1. La digestión continúa
Resulta que cuando mueres, tu cuerpo se encarga de algo más que de eliminar desechos. No olvides que compartes tu cuerpo con una gran cantidad de otras criaturas, la mayoría de ellos muy beneficiosos. En este caso hablamos de las bacterias que viven en el interior de tu intestino no mueren sólo porque tú lo haces. Si bien muchas de ellas son parásitos, algunas son una gran ayuda para el proceso de digestión, y hacen parte del trabajo por ti. Tú mueres pero ellas siguen trabajando.
2. Erecciones post-mortem
Aunque no lo creas, esto sucede. Técnicamente es un priapismo, y se observa en los cadáveres de hombres que fueron ahorcados; la presión en el cerebelo, creada por el lazo de la soga utilizada para ahorcar provoca este fenómeno. Al morir por colgamiento, ya sea una ejecución o un suicidio, la lesión que sufre el cuerpo afecta a los genitales. También se observa en personas que sufrieron disparos de armas de fuego que provoquen heridas en el cerebro, vasos sanguíneos mayores, o muertes violentas por envenenamiento.
3. Los músculos pueden moverse
Muchas enfermeras son testigos de este tipo de sucesos. Algunos músculos continúan moviéndose, aún después de la muerte: el sistema nervioso puede mantenerse vivo durante un tiempo, enviando señales a la médula espinal que provocan espasmos y tirones en algunos miembros.
4. Vocalizaciones
Nuestros cuerpos están llenos de gases; no es fácil escucharlo pero es cierto. Al morir, todos ese gas se incrementa por la actividad bacterial en nuestro tracto digestivo y buscan una salida. Una de las vías más accesibles para abandonar el cuerpo es la tráquea. Los quejidos, gruñidos y otros sonidos más bien guturales y primitivos que algunas personas escucharon salir de la boca de un muerto se deben a que dichos gases tienen que pasar por un conducto contraído por el rigor mortis.
5. Dar a luz
Aunque parezca ciencia ficción, existen casos documentados en que una mujer embarazada muere y al poco tiempo su cuerpo expulsa al feto, un fenómeno que lleva el horroroso nombre de "nacimiento en ataúd”. Su explicación científica también tiene que ver con la relajación de los músculos y el incremento de los gases internos, combinación que termina por empujar hacia afuera todo lo que haya al interior de un cuerpo, así sea del tamaño de un bebé. (Especial El Intransigente)
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